Yoga con Daisy

Mi camino yogi

 

Tenía 12 años cuando fui a mi primera clase de yoga, en Sevilla, animada por mi padre quién practicaba desde los años 70. Pronto me hice parte de un pequeño grupo de yogis sevillanos, todos mucho más mayores que yo, y nos veíamos regularmente después del colegio o durante mis recreos. 

Finca el Moro ha sido un lugar de retiro desde que tengo memoria y he tenido la suerte de practicar junto a profesores renombrados durante mi adolescencia. Entre ellos, Angie Beadle (Iyengar), Antonia Pilbrow (Vinyasa), Sissel Fowler (Hatha), Annelies Visser (Ashtanga) y Clive Sheridan quién daba Satsang de Advaita Vedanta a la sombra de los alcornoques durante tardes veraniegas. 

Mi práctica de Yoga me ha servido como apoyo durante periodos intensos, por ejemplo en mi último año de carrera estudiando Filología Francesa y Arte Dramático en la Universidad de Birmigham. Poco después trabajé como profesora de Inglés y Teatro en Madurai en India donde visitaba el templo de Meenakshi a diario con mi familia de acogida y me iniciaron en tradiciones sanskritas. A raíz de esa bellísima experiencia viajé a Rishikesh donde me diplomé como profesora de Yoga. Luego viajé a McLeod Ganj para atender un corto retiro con su Santidad el Dalai Lama.

La India, por sus tradiciones, sus colores y su gente ocupa un lugar muy especial en mi corazón y por eso nació el proyecto Pushkari. Junto a mi amigo costurero Vimal, decidí devolverle algo al país que me había tratado tan bien. Creamos ropa hecha de saris reciclados y parte de los beneficios los donamos a un colegio de niñas en Pushkar, Rajasthan. 

Junto al Yoga, siempre he sido apasionada del esquí y las montañas. Durante el invierno trabajo como monitora de esquí y doy clases de Yoga en los alpes Suizos y durante la primavera y el verano vuelvo a mis raíces en Finca el Moro enseñando Yoga y organizando retiros para otros profesores.